Denominacion |
Playa de La Fontanilla |
Ficha nº 0022 |
Lugar |
Conil de la Frontera |
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Población |
Conil de la Frontera |
Provincia |
Cádiz |
Pais |
España |
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Aportación de |
Viaje propio |
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Comentario |
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Bateles y Fontanilla son dos de las muchas playas y calas con las que cuenta Conil de la Frontera.
Conil es un pequeño y blanco pueblo gaditano, antaño marinero y hoy más volcado hacia el turismo gracias a sus kilométricas playas. Éstas son largas y suaves, como su arena, hacia el sudeste: más abruptas y cerradas hacia el noroeste, donde se encuentra su nuevo y abrigado puerto así como sus innumerables calas, no todas de fácil acceso y, por tanto, de escasa ocupación. |
Lindando con la zona se encuentra la exclusiva urbanización de "Cabo Roche", donde ya Conil pierde su nombre.
Pero son Bateles y Fontanilla sus playas más populares. Aunque ya disten lo suficiente del Estrecho de Gibraltar, la zona sigue siendo de fuertes y constantes vientos que dificultan la operación de colocar la sombrilla en la playa y que provocan el azote constante y a veces molesto de los granos de arena sobre la piel desnuda. Pero, eso sí, proporciona un oleaje divertido y juguetón al mar que, dada la poca pendiente de la playa, hace del baño algo animado y apetecible.
Fontanilla se encuentra más alejada del núcleo urbano, hacia poniente y le proporciona un cierto abrigo una formación rocosa que la resguarda del levante y que dificulta el depósito de arena. Supongo que por ello afloran en la playa algunas líneas de roca que rompen su monotonía y "parcelan" la arena. Es esta playa la que me sirve de modelo visual cuando recuerdo la desgraciada noticia referida en algún informativo sobre la arribada de un grupo de inmigrantes a las costas andaluzas en esas penosas condiciones en que lo hacen. Ahí, en esa playa, imagino a la generosa madre que amamantó a uno de los niños que llegaron en tan imposible viaje, junto a su madre biológica, impotente y exausta. Las playas de Conil, como las de Algeciras, Tarifa, Barbate... han recibido en los últimos tiempos gran cantidad de pobres y desamparados inmigrantes.
Bateles es, pues, la playa del pueblo, sobre la que se recorta la silueta de casas blancas por el día y gran cantidad de lucecitas por la noche que, como un imán, actuarán de punto de atracción mientras se cruza el Estrecho.
Con ser bulliciosa no es, ni mucho menos, de una ocupación tan elevada como las playas levantinas, por tanto es posible acomodarse en ella sin muchas dificultades y elegir sitio, a derecha o izquierda; incluso dibujar sobre la arena un circuito para hacer carreras de chapas entre baño y baño. Además, es ancha, acondicionada con accesos de madera hasta pie de playa para no sufrir los rigores de la arena ardiente, por lo que puede dar cabida a gran cantidad de bañistas.
A levante de la playa encuentra su desembocadura un pequeño riachuelo que, visto en el mapa, no lo es tanto y que responde al mítico nombre de Río Salado. Eso sí, su desembocadura da lugar a un "miniestuario" en la arena por el que, accediendo poco a poco, al calor del agua casi remansada y por tanto más caliente, se crían por cientos, por miles, berberechos.
Como tantas cosas, descubrimos esto tras la observación del comportamiento de los lugareños que, una y otra vez, se sumergían en las cálidas aguas sacándolos a puñados. Donde fueres haz lo que vieres, así, nos pasamos toda una mañana con los niños sacando berberechos, filtrando la tierra que salía con ellos y llenando varios cubos que, luego, dimos a los que, con más afición y maestría, los pescaban para luego, supongo, sacarlos mayor rendimiento. |
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